Intentar resumir en unas líneas la
trayectoria de vocación y servicio de una gran mujer como Sor Altagracia
Hernández González, no es sencillo, pero es motivo de orgullo dar testimonio de
una vida entregada a la bondad, profesionalismo, honestidad, empatía y amor al
prójimo; ella como todas las hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado que han
transitado por esta prestigiosa casa, marcan una era de gran compromiso y
lealtad institucional, fomentando valores y disciplina que forjan una cultura de
calidad en el cuidado enfermero.
Sor Talita, estudio enfermería en
el Hospital Muguerza y el curso pos técnico de Pediatría avalado por la ENEO.
Inició sus actividades como enfermera en enero de 1972 en el servicio de
Cardiología Pediátrica en el antiguo instituto, inmediatamente se caracterizó
por su profesionalismo, sencillez y calidad humana en el cuidado del paciente
pediátrico; es así, que su máxima preocupación fue velar por el bienestar de
los pacientes. Para el año de 1977 ya ubicados en las nuevas instalaciones con
el cargo de Enfermera Supervisora, y
contando con el respaldo del Dr. Fause Attie como Jefe Médico y la Jefa de este
servicio Guadalupe Rivero, promovieron cambios que dieron un giro en la
atención del niño; uno de estos cambios incluyo la restauración del área física
en la que se realizaron adaptaciones en el cunero, se acondicionó un
laboratorio para la elaboración de fórmulas lácteas, a la escuelita del
servicio se le dotó con el equipo necesario para la enseñanza, así mismo se
diseñó un área de televisión, las cuales se inauguraron en ese mismo año; estos
cambios también involucraron la modificación de la plantilla de enfermería, ya
que se integraron las primeras enfermeras pediatras dando así una mayor
proyección a la enfermera especializada.
Cabe mencionar como anécdota que
Sor Talita al inicio del turno reunía
al personal de enfermería para motivarlo y fomentar su identidad
profesional, al mismo tiempo reforzaba los valores que día a día se deberían
aplicar en el cuidado del paciente, este grupo estaba conformado por personal
muy joven con mucha iniciativa encaminado a dar una atención especializada al
niño cardiópata. Por ser un grupo joven con una responsabilidad grande, ella
siempre les ofreció un apoyo absoluto y las impulso para seguir superándose
académicamente y mantenerse a la vanguardia en el cuidado del paciente
pediátrico.
Sor tuvo una visión y
proyección hacia un cuidado integral, lo cual
la motivó a respaldar el toque sociocultural en el servicio de
Pediatría, para ello, contó con el apoyo
incondicional del equipo de enfermería para facilitar la integración del niño y la familia al medio
hospitalario, mediante el desarrollo de actividades alusivas a fechas
conmemorativas como: los desfiles del día de la primavera, 16 de septiembre,
día de muertos, festejo del día del niño y la posada que se realiza en las
fiestas decembrinas.
En el año de 1992, Sor Talita toma
una decisión importante: la de pensionarse, con esto termina una etapa laboral
en enfermería, pero inicia otra que le permite continuar con el vínculo
espiritual hacia el paciente y la familia. Es de esperarse que con el paso del
tiempo Sor Talita dejara una huella muy marcada en los recuerdos de las
personas que hemos transitado y coincidido con ella en la institución.
En ese mismo año Sor Talita decidió
continuar como voluntaria en el programa
de Pastoral con las hermanas: Bertha María, María de Belém, Teresa de Zúñiga y
María de los Ángeles. Poco a poco cada una de ellas muy a nuestro pesar fueron
dejando a la institución, quedando
ausencias difíciles de superar, sin embargo ella con la sensibilidad y
el humanismo que la caracteriza fue muy consciente de que el servicio de
pastoral es indispensable para el cuidado integral, esto la motivó a
coordinarse con un grupo de personas laicas ministros de la eucaristía; este
grupo de personas ingresa como voluntarias y voluntarios a la institución de
una forma completamente altruista y desinteresada, para continuar con este
legado tan cimentado en el cuidado del paciente. La personalidad ejemplar,
sencilla, ordenada y sin presunción de Sor Talita facilitó la integración de
este grupo en la dinámica hospitalaria de los diferentes servicios de
hospitalización.
Sin duda ella es un vivo ejemplo de
tenacidad, compromiso y lealtad que ha buscado siempre cubrir las necesidades
espirituales de los pacientes, para lo cual se coordinó también con
seminaristas y sacerdotes, de seminarios y capillas cercanas a la institución y
así poder ofrecer ceremonias religiosas y actos litúrgicos a petición de los
pacientes pero siempre con el debido respeto a la diversidad de credos y los
lineamientos de la iglesia. Es de resaltar su participación activa y constante
en la imposición de cenizas con el apoyo invaluable de las voluntarias y los
voluntarios, y en el tradicional recorrido navideño y posadas que año con año se celebran.
Quizás estas líneas no alcancen a
resumir toda una vida de entrega y
dedicación, pero solo queda decir: Que es usted Sor Talita un gran
ejemplo de vida y de trabajo. Gracias por su presencia en la institución y gracias por sumar esfuerzos para darles a los
pacientes en todo momento fe, alivio y esperanza.
Pero sobre todo gracias porque con
las presencia de las hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado en este
Instituto, ha hecho que se distinga por un gran humanismo y amor a los
pacientes.
¡¡¡La vamos a extrañar!!!
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