martes, 6 de octubre de 2015

Vocación y Servicio: Altagracia Hernández González, CCVI

Intentar resumir en unas líneas la trayectoria de vocación y servicio de una gran mujer como Sor Altagracia Hernández González, no es sencillo, pero es motivo de orgullo dar testimonio de una vida entregada a la bondad, profesionalismo, honestidad, empatía y amor al prójimo; ella como todas las hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado que han transitado por esta prestigiosa casa, marcan una era de gran compromiso y lealtad institucional, fomentando valores y disciplina que forjan una cultura de calidad en el cuidado enfermero.

Sor Talita, estudio enfermería en el Hospital Muguerza y el curso pos técnico de Pediatría avalado por la ENEO. Inició sus actividades como enfermera en enero de 1972 en el servicio de Cardiología Pediátrica en el antiguo instituto, inmediatamente se caracterizó por su profesionalismo, sencillez y calidad humana en el cuidado del paciente pediátrico; es así, que su máxima preocupación fue velar por el bienestar de los pacientes. Para el año de 1977 ya ubicados en las nuevas instalaciones con el cargo de Enfermera Supervisora,  y contando con el respaldo del Dr. Fause Attie como Jefe Médico y la Jefa de este servicio Guadalupe Rivero, promovieron cambios que dieron un giro en la atención del niño; uno de estos cambios incluyo la restauración del área física en la que se realizaron adaptaciones en el cunero, se acondicionó un laboratorio para la elaboración de fórmulas lácteas, a la escuelita del servicio se le dotó con el equipo necesario para la enseñanza, así mismo se diseñó un área de televisión, las cuales se inauguraron en ese mismo año; estos cambios también involucraron la modificación de la plantilla de enfermería, ya que se integraron las primeras enfermeras pediatras dando así una mayor proyección a la enfermera especializada.
Cabe mencionar como anécdota que Sor  Talita al inicio del turno  reunía  al personal de enfermería para motivarlo y fomentar su identidad profesional, al mismo tiempo reforzaba los valores que día a día se deberían aplicar en el cuidado del paciente, este grupo estaba conformado por personal muy joven con mucha iniciativa encaminado a dar una atención especializada al niño cardiópata. Por ser un grupo joven con una responsabilidad grande, ella siempre les ofreció un apoyo absoluto y las impulso para seguir superándose académicamente y mantenerse a la vanguardia en el cuidado del paciente pediátrico.

Sor tuvo una visión y proyección hacia un cuidado integral, lo cual  la motivó a respaldar el toque sociocultural en el servicio de Pediatría, para ello, contó  con el apoyo incondicional del equipo de enfermería para facilitar  la integración del niño y la familia al medio hospitalario, mediante el desarrollo de actividades alusivas a fechas conmemorativas como: los desfiles del día de la primavera, 16 de septiembre, día de muertos, festejo del día del niño y la posada que se realiza en las fiestas decembrinas.

En el año de 1992, Sor Talita toma una decisión importante: la de pensionarse, con esto termina una etapa laboral en enfermería, pero inicia otra que le permite continuar con el vínculo espiritual hacia el paciente y la familia. Es de esperarse que con el paso del tiempo Sor Talita dejara una huella muy marcada en los recuerdos de las personas que hemos transitado y coincidido con ella en la institución.

En ese mismo año Sor Talita decidió continuar como voluntaria  en el programa de Pastoral con las hermanas: Bertha María, María de Belém, Teresa de Zúñiga y María de los Ángeles. Poco a poco cada una de ellas muy a nuestro pesar fueron dejando a la institución, quedando  ausencias difíciles de superar, sin embargo ella con la sensibilidad y el humanismo que la caracteriza fue muy consciente de que el servicio de pastoral es indispensable para el cuidado integral, esto la motivó a coordinarse con un grupo de personas laicas ministros de la eucaristía; este grupo de personas ingresa como voluntarias y voluntarios a la institución de una forma completamente altruista y desinteresada, para continuar con este legado tan cimentado en el cuidado del paciente. La personalidad ejemplar, sencilla, ordenada y sin presunción de Sor Talita facilitó la integración de este grupo en la dinámica hospitalaria de los diferentes servicios de hospitalización. 
Sin duda ella es un vivo ejemplo de tenacidad, compromiso y lealtad que ha buscado siempre cubrir las necesidades espirituales de los pacientes, para lo cual se coordinó también con seminaristas y sacerdotes, de seminarios y capillas cercanas a la institución y así poder ofrecer ceremonias religiosas y actos litúrgicos a petición de los pacientes pero siempre con el debido respeto a la diversidad de credos y los lineamientos de la iglesia. Es de resaltar su participación activa y constante en la imposición de cenizas con el apoyo invaluable de las voluntarias y los voluntarios, y en el tradicional recorrido navideño y  posadas que año con año se celebran.

Quizás estas líneas no alcancen a resumir toda una vida de entrega y  dedicación, pero solo queda decir: Que es usted Sor Talita un gran ejemplo de vida y de trabajo. Gracias por su presencia en la institución y gracias  por sumar esfuerzos para darles a los pacientes en todo momento fe, alivio y esperanza.

Pero sobre todo gracias porque con las presencia de las hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado en este Instituto, ha hecho que se distinga por un gran humanismo y amor a los pacientes.


¡¡¡La vamos a extrañar!!!

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