miércoles, 14 de octubre de 2015

25 años de consagración al servicio de los/as más vulnerables

Por: Sor Rocelia Antúnez, CCVI

La Vocación es algo que se va viviendo día a día. Muchas mujeres y muchos hombres de fe me han ayudado a caminar y acrecentar la fe, tanto las Hermanas de la Congregación, tanto las presentes como las que están en el cielo.  Yo recuerdo que cuando entré a la Congregación, S. Lochita tenía dos frases que siempre decía: Que se me olvide todo, pero que nunca me olvide de mi Dios Verbo Encarnado y que nunca me olvide de los pobres. Esa fue su frase hasta el día de su muerte. 
  
Cuando hoy se habla de los siete Dones, una Hermana en esto días estaba haciendo sus ejercicios y mencionó sólo seis de los Dones, y le dije te falta uno, es el de Piedad y en ese momento pensé, eso es lo que me hace falta “la Piedad”, pero eso me entregan muchas niñas, muchos niños, muchas mujeres y muchos hombres, que me dan ese Don sin merecerlo. 

Nosotras como Congregación Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado fuimos invitadas a estar en una Misión en Guatemala y nos llamó el Sr. Obispo Julio Cabrera y nos dijo: Que necesitaban ser consolados, consoladas las mujeres del Ixcán, porque había sucedido una guerra interna y que fuéramos inicialmente a consolar a las mujeres. Según yo iba a consolar muy rápido a las mujeres y le comentaba al P. Paco: yo nunca me voy a hallar. Me dejaba llevar por Paco porque él llevaba muchos años de estar Pateando lodo; así decían las mujeres, los hombres y los niños en el Ixcán. Y me decían: Hermana tan bonito tu país ¿por qué vienes a Patear el lodo? y yo me decía: Vengo a consolarlos… Pero la consolada era yo,  ya que por todo lloraba y por nada lloraba. En Guatemala ahí está mi gran corazón; cuándo sufro me traslado a ese lugar, todo se compone y sigo para adelante. 
Por eso digo que quienes nos mantienen en la Fe y en la Vocación son los creyentes de cada lugar. 

En este momento me encuentro en el Ministerio de Padres Ancianos. Mi padre tiene casi 89 años, ahí estoy diciendo al Verbo Encarnado: aquí estoy Señor para hacer tú voluntad. ¡Claro como humana!  A ratos lloro, a ratos me alegro y a ratos no sé ni por dónde, y le Digo a Dios… Dios tu eres el que tiene que encaminarme adonde yo no sé encaminarme. 

La Fe y la Vocación solamente lo hacemos entre todos los creyentes y aún los no creyentes, los que no creen en algo creen y los que creemos por algo también creemos. 

Gracias a los presentes, a las hermanas y a S. Lochita. Por favor ayuden a seguir los pasos hacia ese camino. Gracias.


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