jueves, 31 de marzo de 2016

!Sígueme!

¡Sígueme! Es el continuo llamado del Señor Jesús en su mensaje explicito e implícito, de manera concreta a una vocación específica y general en su seguimiento como hijos e hijas de Dios. El llamó a los doce de manera única, en los caminos de su vida cotidiana, llama a través de parábolas, y llama a cada persona por su nombre.
Cuando el que escucha da una respuesta, el Señor Jesús se encarga de transformar su camino, su vida en instrumentos de su misericordia. Entonces habrá que conocer su mensaje, su reino y trabajar en su nombre.
En días pasados compartiendo la vida y la fe con el grupo de personas que se preparan para responder al llamado de Dios, a recibir los sacramentos de iniciación cristiana en la Comunidad Parroquial de Santa Juana de Arco, en San Antonio, TX., compartíamos la reflexión de nuestra vida como un río, las personas y eventos que han influido en nuestro camino, que han alimentado nuestro cauce, la manera como mi caudal va fecundando la tierra y alimentando la vida de otras personas. Y a través de esta dinámica, también quisiera invitarte a tomar un tiempo y reflexionar en tu vida como un río, si gustas puedes hacer un dibujo para luego compartirlo.

“Soy como un río que va ganando forma un caudal para llegar al mar…

Un río nace siempre en un punto indefinido; algunos en medio de vegetación, otros entre las rocas de una montaña. Pero cualquier pequeño nacimiento se transforma en una corriente amplia de la cual los pescadores sacan alimento y muchos árboles frondosos extienden sus raíces para tener hojas y frutos en el tiempo debido.
Miro hacia atrás y pienso en el curso de este río que soy yo, y que estoy aquí.
Pienso en ese punto preciso que fui un río naciente. ¿Qué conozco y qué valoro sobre mis propios orígenes?
El río influye en el paisaje donde está inserto, pero también el paisaje influye en el río. El río cava su propio lecho, el paisaje abre espacio para que la corriente fluya, pero también hay momentos en que se resiste.
Así se van definiendo la forma y el curso que sigue el río…
¿Por cuáles paisajes ha corrido el  río de  mi vida? ¿Qué circunstancias e influencias fueron determinantes para mi formación como persona? ¿Qué tipo de obstáculos y fronteras he enfrentado en mi vida, en qué momentos? ¿Alguna vez sentí que el río podía secarse y terminar? ¿Sentí que el río de mi vida podía perderse entre los pantanos? ¿Qué curvas o desvíos hizo el río de mi vida?

A lo largo de su trayecto el río también va encontrando un camino más inclinado o una planicie abierta, terrenos propicios para el fluir de sus aguas, terrenos donde las aguas corren libres y se tornan verdaderamente fuertes.
¿Qué cosas de mi vida han sido para mí fuente de energía y alegría?

Miro hacia atrás y veo este río que corre por muchos espacios diferentes, unas veces más rápido, otras veces más lento, unas veces por terreno difícil, otras por planicie alimentando la tierra fértil.
A medida que miro el curso de este río… ¿Qué hechos de mi vida y puntos importantes me hacen sentir agradecida/o?
¿De qué forma y para dónde  siento que mi río corre en este momento?

Del mismo modo que el río se alarga y aumenta sus aguas a medida que se aproxima al mar, también mi vida se esparce y profundiza en dirección de aquello que realmente quiero para mí. ¿Cuál es el mar que busco? ¿Cuál es el llamado al que respondes cada día?”

Compartir la vida y la fe, nos une. Si experimentas el gusto por compartir puedes enviármelas vía electrónica. ¡Sé que Dios  ha estado presente en tu vida que es como un rio de agua viva!


Gracias. Sor Marichui Bringas, CCVI.

No hay comentarios:

Publicar un comentario