
Me acompañaron
durante la ceremonia varias hermanas, esto me llenó de alegría haciéndome
sentir que no voy sola, que el Sembrador ha puesto más semillas a mi lado para
acompañarme.
Gracias a esa
tierra que me ayudó a germinar, brotar y crecer: mi comunidad del Colegio
Claudio. Gracias a mi nueva comunidad del Noviciado de Nazaret que me recibe, a
la Congregación por aceptarme, porque para que la semilla crezca es necesario
la fe del sembrador, de que en ella hay vida, la paciencia por todo el tiempo
que necesita para desarrollarse y la confianza en que todo esto dará fruto
abundante para el servicio del Reino de Dios.
Me encomiendo a
sus oraciones que son las que nutren y riegan mi perseverancia.
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