Por Franciscan Media.
El Gran Río de la Misericordia
En
este Año Jubilar, dejemos que Dios nos sorprenda. Él nunca se cansa de abrir
las puertas de su corazón y repetir que nos ama y que desea compartir su amor
con nosotros. La Iglesia siente la necesidad urgente de proclamar la
misericordia de Dios. Su vida es auténtica y creíble solo cuando se convierte
en un heraldo convincente de la misericordia. La Iglesia sabe que su tarea
primordial, en especial en un momento lleno de grandes esperanzas y signos de
contradicción, es dar a conocer a todos el gran misterio de la misericordia de
Dios contemplando el rostro de Cristo.
La
Iglesia está llamada ante todo a ser testigo fidedigno de la misericordia,
profesándola y viviéndola como el punto central de la revelación de Jesucristo.
Desde el corazón de la Trinidad, desde lo más profundo del misterio de Dios,
brota el gran río de la misericordia y es cada vez más desbordante. Es un
manantial que nunca se secará, sin importar cuantas personas tomen sus aguas.
Siempre que alguien tiene una necesidad, puede acercarse a este manantial, pues
la misericordia de Dios no tiene límites. La profundidad del misterio que rodea
a este manantial es tan inagotable como la riqueza que brota de él.
Conscientes de la Misericordia de Dios
En
este Año Jubilar, la Iglesia debe hacer eco a la palabra de Dios que resuena
fuerte y clara como un mensaje y un signo de perdón, fuerza, ayuda y amor. Que
la Iglesia nunca se canse de extender la misericordia y que sea paciente al
ofrecer compasión y consuelo. Que la Iglesia llegue a ser la voz de cada hombre
y de cada mujer, y repita con una confianza ilimitada: “
this Jubilee Year, may the Church echo the word
of God that resounds strong and clear as a message and a sign of
pardon, strength, aid, and love. May she never tire of extending mercy,
and be ever patient in offering compassion and comfort. May the Church
become the voice of every man and woman, and repeat
confidently without end: “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu
misericordia son eternas” (Salmo 25:6).
Sierva del Amor de Cristo
La
primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. La Iglesia es la sierva de
este amor y lo transmite a todo el pueblo: un amor que perdona y que se expresa
en el don de uno mismo. Por consiguiente, en cualquier lugar donde la Iglesia
esté presente, la misericordia del Padre debe ser evidente. En nuestras
parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos, en una palabra, donde
quiera que haya cristianos, todos deben encontrar un oasis de misericordia.
Desde
hace tiempo, el Papa Francisco ha hecho de la misericordia uno de los puntos
primordiales de su papado.
En
vista de que se ha esforzado por llegar hasta las personas de su redil, al
igual que a quienes están en su periferia, el Papa ha declarado que el Jubileo
de la Misericordia comenzará el 8 de diciembre de 2015 (la Solemnidad de la
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María) y que concluirá el 20 de
noviembre de 2016 (la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del
Universo). Es un año santo especial que se concentrará en la amplitud de la
misericordia y el perdón de Dios.
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CNS/Paul Haring
CNS/Paul Haring
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